El Comienzo



Todo comenzó allá por 2010, cuando decidí que quería hacer el Camino de Santiago, concretamente la Vía de la Plata desde Sevilla. Por aquel entonces llevaba unos cinco años sin montar en bici y la que tenía era de carretera, así que me compré una bici y a entrenar. No fue hasta el verano de 2012 cuando finalmente pude emprender el que sería mi primer viaje en bici.

Ese primer viaje, a medida que iban avanzando los días tenía claro que no iba a volver a repetir un viaje en bici. Estaba dolorido, cansado, pasando penurias... pero no todo era malo, tuve la suerte de encontrarme con gente con la cual me encantó charlar. Conocí a gente muy "loca" y aquello creo que sembró una semilla dentro de mi, que en ese momento no me di cuenta.

Al llegar a Santiago después de 14 días haciendo el camino, con cosas en las alforjas que ni usé (cosas del comienzo), volví a casa y aunque me lo había pasado bien, no se me olvidaban aquellas cuestas interminables, los dolores en muchas partes del cuerpo(manos, piernas y el culo, por supuesto), calor, no descansar bien por las noches, me dije a mi mismo que jamás de los jamases volvería a hacer algo así. Una vez fue suficiente.

Pero... la semilla... estaba ahí.

Al llegar el año 2013, ya se me debió de haber olvidado las penurias del año anterior, decidí realizar un nuevo proyecto.

El Camino del Norte

Ese verano, nos montamos en el bus dirección Irún, para comenzar un nuevo viaje en bici (ese que no iba a volver a hacer). Al llegar a las 8 de la mañana, después de una noche sin dormir y de viaje en bus, nos montamos y a empezar el camino. Y que mejor forma de comenzar el camino que subir una cuesta andando, cargando la bici y con piedras enormes por las que era imposible ciclar. Pero ya sabía lo que era sufrir y no me importó. Disfrute inmensamente de aquel viaje, volví a conocer a gente "loca" y ahora sí, quería volver a repetir sin duda. Con la gente que conocí en este camino y amigos, decidimos hacer la Vía de la Plata el año siguiente.

Doñana

Para celebrar mi cumple de 2014, no se me ocurrió mejor manera que hacer algo que me hiciese feliz, y ¿qué va a ser sino una ruta en bici?
Hacía mucho tiempo que quería pasar por la playa de Doñana, así que me levanté temprano ese día, cargué las alforjas y a cumplir sueños. Fue un día diferente climatológicamente hablando. Pasé calor, me diluvió, pasé frío para al rato volver a pasar calor. Al llegar a Matalascañas tuve que esperar una hora para que la marea empezase a bajar y así poder circular mejor por la playa, aproveché para recuperar fuerzas después de 100 km y allá que iba desde el paseo marítimo hasta la orilla de la playa. Aquel día del que en unas horas iba a ser verano, la playa estaba llena de gente en bañador, jugando y bañándose, mientras yo iba con mi bici, mis alforjas y vestido para la ocasión!
Disfruté como un enano, mientras iba por la playa con mi bici y en absoluta soledad solo a veces interrumpida por gaviotas y un jabalí. La semilla volvió a crecer, pero esta vez de forma diferente, y para mejor, este viaje fue un punto de inflexión.

Vía de la Plata 

16 de julio de 2014 comenzamos desde Sevilla cinco bicigrinos, nos pilló una ola de calor y además a las cuatro de la tarde en medio de ninguna parte con el lorenzo dando fuerte hasta alcanzar los 46º... Una jornada dura que dejó una baja y dos tocados que en un par de días ya se recuperaron. Un viaje nuevamente duro, sin duda este camino en época de verano es el más duro de todos, ya no sólo por el calor, sino por la cantidad de subidas que hay. Hay una creencia bastante extendida de que este camino es llano, pero puedo asegurar que tiene la misma cantidad de montañas que el resto.
Tuve mi primera caída durante un viaje bici, después de que un compañero no se diese cuenta de que yo estaba frenando y me arrollara, afortunadamente no pasó nada serio, solo mis zapatillas fueron las perjudicadas.
Al llegar a Santiago, después de mil kilómetros siempre acompañado, decidí despedirme del grupo y seguir mi camino. A la tercera va la vencida y por fin emprendí rumbo a Finisterre. En ocasiones anteriores nadie se animaba, en esta ocasión tampoco, así que ¿por qué no hacerlo solo? Por primera vez en un Camino de Santiago estaba solo y desde este momento la semilla ya dejó de serlo y se convirtió en un pequeño árbol. Esos dos días fueron sin duda lo mejor del camino para mi. Había descubierto algo que una parte de mi ya sabía. Me encanta viajar SOLO.

San Salvador + Primitivo

Después de un año duro, tocaba relajarse. ¿Y qué mejor forma que haciendo un viaje en bici, en el que no me iba a encontrar más de 10 metros llanos? No conozco mejor forma!
Comencé mi viaje un domingo a media noche, salí de casa en coche y con la bici dentro, dirección León, donde aparqué el coche y de nuevo, sin dormir, me monté en la bici y comencé mi camino en solitario. Camino de Oviedo no tuve más remedio que subir la Cordillera Cantábrica por una antigua vía romana, donde solo me encontré con algunos caballos y vacas. 40 km de subida sin descanso y sin señales de civilización que disfruté a pesar de la dureza y sobre todo al llegar arriba y poder contemplar Asturias y al fondo el mar. Después tuve otros 10 km de bajada constante para disfrutar, aunque llegando al final me tuve que parar a descansar las manos, no podía frenar más!
Un camino que sin duda recordaré cada detalle desde el minuto uno hasta el final. Fue una de las mejores experiencias de mi vida, conocí a gente genial, tuve que superarme a mi mismo en muchos ámbitos y sobre todo fui muy feliz mientras lo recorría :)

Algún día quizás le dedique alguna entrada describiendo con más detalle alguno de ellos que sin duda lo merece.

Hasta aquí un muy breve resumen de mis diferentes etapas que me han llevado a querer viajar en bici y espero que no cambie (recuerda esto yo del futuro).


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